miércoles, 23 de junio de 2010

Atajos

Ayer fui a comer a un restaurante que esta a diez minutejos de donde trabajo. Hacia un calor infernal y yo acababa de estrenar unas sandalias monisimas de tiras finitas y super comodas. Guiada por mi alma intrepida y aventurera (no tiene nada que ver que las sandalias super comodas me estuvieran destrozando las pezuñas) decidi tomar un atajo... tres cuartos de hora mas tarde llegaba sana y salva a mi destino (estoy orgullosa, solo tuve que preguntar a dos señoras y un guardia). Esta claro que mi sentido de la orientacion es insuperable. Creo que en una vida anterior fui paloma mensajera, y gracias a mi pericia se ganaron una o dos guerras.
Cuando acabe de comer y despues de extirpar de mis pies las tiras finitas de las sandalias (es curioso, ya no me parecen tan monas) me parecio sensato volver en autobus. No recordaba exactamente donde estaba la parada, pero sabia que era una calle paralela a la que estaba. Tres calles paralelas mas tarde me di por vencida. Pregunte a un señor. A una señora. A otro señor. A un perro. A la farola. A los pajaros. Y preguntando, preguntando, aun no se bien como, llegue a mi estudio. Ya lo decia yo, mi sentido de la orientacion es insuperable.

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